Los especialistas coinciden en que el apoderarse de los aeropuertos sería más que una estrategia para lograr la dimisión de Boluarte y la expulsión del Congreso.
Desde diciembre -cuando Dina Boluarte asume la presidencia de la República– hubo más de un intento por tomar los aeropuertos de parte de algunos manifestantes.
En las ciudades de Arequipa, Cusco, Juliaca y Ayacucho se produjeron destrozos en pistas de aterrizajes y cercos perimétricos; sin embargo, las fuerzas del orden impidieron que los protestantes se apropien de otras áreas.
Por precaución los terminales terrestres retomaron sus operaciones pero de forma parcial. En tanto, el Aeropuerto Alejandro Velazco Astete (Cusco) volvió a cancelar los vuelos temporalmente -este 12 de enero- por la magnitud de las protestas.
Tal parece ser que apoderarse de los aeropuertos sería más que una estrategia para lograr la dimisión de Boluarte y la expulsión del Congreso.
Es un reto
La negativa de la presidenta y de los ministros ante la realidad no ha sido esquiva a la ciudadanía. El Ejecutivo afirma que las protestas son financiadas por el “narcotráfico” y se mantiene en sus trece al ratificar su permanencia en el poder.
La población se enardece ante la indiferencia y la toma de aeropuertos sería esa forma de manifestar su rechazo a las autoridades. “El reto mayor es tomar un aeropuerto, es una especie de triunfo cuando no hay una autocrítica”, nos dice el analista Jorge Sumari.
Pero no solo es un desafío, también es una estrategia contra el bando contrario. “Es una forma de cortar la cadena de suministros. No llegan aviones o helicópteros. Tampoco llegan municiones y suministros que requieren las fuerzas estatales en un contexto de desgaste mutuo”, explica el politólogo y especialista en Asuntos Internacionales, Anthony Medina.
Las cuestiones socioeconómicas en un país tan diverso en todas sus formas profundizan estos enfrentamientos. Donde aparentemente no existe la división de poderes y denuncian que los privilegiados son menos que más. “Hay un tema de élite, disputa entre Lima y el Sur, entre lo blanco y mestizo”, indica Jorge Mamani especialista del Instituto de Peruanos de Estudios Jurídicos.
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Más problemas
La estrategia para apoderarse de los aeropuertos no solo sería perjudicial para estos, también lo sería para el desarrollo del país.
«Paralizar las empresas de gran envergadura [como aeropuertos]» impide que miles de pasajeros viajen a otras ciudades. Algunas veces por turismo, otras por trabajo; pero siempre generando un aporte a la economía.
En el caso de Arequipa, la afluencia de viajeros nacionales y extranjeros disminuyó considerablemente. Se canceló el 80 % de paquetes turísticos en Arequipa. Al día se pierden millones de soles en este sector.
A pesar de esta situación, los especialistas no justifican el uso de armas letales contra los protestantes. «Si la protesta es violenta deben entrar las fuerzas del orden pero no vulnerando los derechos humanos (…) no usar armas metálicas a quemarropa», aclara Mamani.
¿En algún momento cesará el caos? Medina sostiene que «ningún lado puede sostener un conflicto tan grande por demasiado tiempo. Y los que protestan tarde o temprano se cansarán de hacerlo o se quedarán sin recursos».
Mientras que Sumari sugiere que adelantar las elecciones será lo más sensato en una crisis que cada vez se torna más sangrienta.
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