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«Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos»

Por Ioannis Gonzáles, Instituto Peruano de Asuntos Jurídicos y Buen Gobierno.

Esta frase de Nicolás Maquiavelo bien podría resumir la llegada al poder de Pedro Castillo. El hoy Presidente atraviesa una dura crisis; precisamente porque todos ven (veían) lo que aparentaba ¿Y qué aparentaba? Pues para la derecha era un hombre del ala dura de la izquierda; un marxista leninista y hasta lo tildaron de terrorista, cosa que -valgan verdades- hasta ahora no pudo ser comprobada. Lo cierto es que Castillo Terrones nunca fue un hombre de derecha, izquierda, centro, centro derecha, centro izquierda, progresista o nada por el estilo…

Pedro Castillo no tiene (ni tuvo) una ideología definida. Eso lo llevó a ser militante años atrás de Perú Posible con el cholo sano y sagrado. Castillo es un hombre poco ilustrado. Un hombre que le hace remilgos a la lectura. Básicamente, un tipo sindicalista; y la labor de un sindicalista es defender los derechos de sus agremiados. Y para eso no se necesita tener una ideología determinada. Un sindicalista debe ser más bien un hombre libre de prejuicios e ideología política.

Le exigen al profesor cumplir sus promesas de campaña. Promesas que en realidad fueron parte del plan de gobierno cerronista y que Castillo solo repetía sin realmente estar convencido.  Tal es así, que al inicio de su gobierno decidió pegarse al ala moderada de la izquierda, esa izquierda progresista o “caviar”, que dejó de lado la lucha de clases para centrarse en la conquista de derechos sociales, y que desató la ira de Cerrón y sus camaradas.

Entendámoslo pronto. Castillo no es ni caudillo ni estadista: Castillo no es ni marxista ni caviar. No es de derecha ni de izquierda, porque para ello se necesita una formación política, formación de la que carece. El Profesor solo va donde lo lleva la corriente. Donde le ajuste mejor el zapato. Donde pueda recibir aplausos y sonrisas.

Esto se ha visto reflejado en la eliminación del examen de reglas para revalidación de licencias de conducir; el reglamento de la ley de la leche; la ley de los taxis colectivos, etc. Castillo Terrones no tiene capacidad de negociación. El solo busca ser amado por su “pueblo” aunque lleve a la debacle a sus compatriotas.

El Profesor no encuentra el rumbo de gobierno aún. No tiene gente ni para nombrar subprefecto distrital. Esto, producto de que jamás pensó ser presidente. Fue un caso fortuito. Un milagro en pandemia. Lo único que le resta es dejar de pensar como candidato y tener claro que no se puede quedar bien con todos. El amor y el odio son parte del juego político.

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Por Ioannis Gonzáles, Instituto Peruano de Asuntos Jurídicos y Buen Gobierno.

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