Pulsa «Intro» para saltar al contenido

«Las cosas se etiquetan, las personas no».

Foto: Rodolfo Zegarra Ayestas

“La sociedad cree que si uno es gay debe comportarse como mujer y si es lesbiana debe de comportase como varón”, Bruno Montenegro activista LGBTIQ+.

Por Marshall Sosa 

Bruno Montenegro, Kevin Huayhua, Diana Cáceres y José María Gutiérrez coinciden en que Arequipa se quedó en los noventa. Los estereotipos por ser homosexual, lesbiana, transexual o bisexual, son un reflejo de la falta de información que hay al respecto. Ellos lo afirman, porque lo vivieron en carne propia. En algún punto de su vida se sintieron discriminados y vulnerados. 

‘La gente piensa que estamos confundidos, que es una etapa, que ya se me pasará’, dice Bruno Montenegro. Él es un hombre trans, pocos entienden el significado de ello. Ser una persona trans significa sentirse identificado con lo que uno decide ser y no con el sexo que obtuvo al nacer. 

Bruno Montenegro es el principal gestor de la Reforma Trans en la Universidad Nacional de San Agustín. Gracias a él, estudiantes de esta universidad pueden identificarse en función a su identidad ‘real’ y no con la de su DNI. Además, es el coordinador de la Comunidad Trans Masculina Perú y parte importante de la Red de Hombres Trans de Latinoamérica (Redcad); y en sus propias palabras ‘defensor de los Derechos Humanos’.

En varias oportunidades lo acusaron de ser un suplantador. El nombre que figura en su DNI  no lo representa. A modo de anécdota, nos cuenta que fue a una posta médica por un problema de salud y la recepcionista no quiso atenderlo. Ésta pensó que Bruno escuchó mal el llamado de su turno. Y luego de que él explicara que el trámite de cambio de nombre en su DNI no se efectuó, la mujer le permitió registrarse y pasar al consultorio. 

Vulneración de derechos humanos

En 2019 ingresaron 138 solicitudes al Registro Nacional de Identidad y Estado Civil (Reniec) para el cambio de datos en el DNI de personas transexuales e intersexuales. De las 138 solo 9 fueron atendidas. Hasta el 2021 las solicitudes y reclamos aumentaron a 172. 

«Para efectuar el cambio de datos en el DNI de una persona trans, el Reniec exige pruebas que analizan el nivel hormonal y los documentos que validen una operación de cambio de sexo. Una vez un compañero trans nos comentó que llegaron a pedirle que se baje los pantalones para verificar su operación. Eso fue una humillación”, explicó indignado Bruno Montenegro.

En 2019 el Informe Anual del Observatorio de Derechos LGBTIQ+ registró 170 vulneraciones a los derechos humanos de los miembros de la comunidad LGBTIQ+. Los más afectados son la población trans femenina con 73 casos; gays, 54; trans masculinos, 10; no binarios, 10; y otras afectaciones colectivas,5. Las vulneraciones van desde la discriminación en la función estatal, hasta la privada, policial, acoso, violencia física y homicidio. El informe fue realizado por la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Hasta la fecha -y durante la pandemia- no hubo actualizaciones.

Según el estudio, estos casos tienen como perpetradores a 65 funcionarios y trabajadores  del Estado, 25 empleados y trabajadores del sector privado, 54 familiares y conocidos de la víctima, y, en 26 casos los agresores fueron desconocidos. 

Discriminación LGBTIQ+ en menores

“En la etapa escolar nunca faltaban los adjetivos o típicos ‘apodos’ por cómo me comportaba o por querer practicar ciertos deportes o tener el cabello corto”, cuenta Diana Cáceres. Para Ella la secundaria fue una pesadilla por ser  lesbiana. Su familia siempre le inculcó que debía comportarse como una ‘señorita’. La obligaban a aparentar. Se sentía atrapada. 

“En la secundaria estaba sola, mis compañeras me señalaban como ‘La hombre’, ‘La machona’ e inventaban rumores sobre mi. Mis compañeros varones solo se juntaban conmigo para jugar fútbol. Y luego yo era ‘nada’. Hablé de esto con la tutora del salón. Para mi sorpresa ella los llamó a su oficina. Pensé que realmente me estaba apoyando, pero solo les dijo: ‘No deben molestarla solo porque se comporta como hombre’ ¿Acaso no podía ser yo sin que me etiqueten? Fue una época horrible que duró años. Las burlas eran el ‘pan de cada día’. Tuve que cambiarme de colegio para -por fin- ser libre. Ahora no tengo miedo de ser quien soy”, visiblemente afectada, Diana Cáceres revela una anécdota que lleva en su corazón desde hace años.

Para Kevin Huayhua “la sociedad a veces nos induce a dudar de lo que uno es, por los estereotipos”. Él es un hombre orgullosamente gay. “Me hicieron sentir raro (cuando era adolescente). Llegué a creer que por gustarme los hombres yo debía ser mujer”. Para Kevin, el Perú -un país megadiverso- es un país machista que no comprende la diversidad de su gente. “Varias veces me he cohibido de ser yo y de comportarme de la manera que siempre quise actuar”.

Según un análisis emitido por la Pontificia Universidad Católica del Perú, en el año 2019, en el Perú 8 de cada 10 estudiantes LGBTIQ+ han sido víctimas de acoso verbal. También 1 de cada 5 escolares de este grupo vulnerable sufrió agresiones físicas. Los agresores no son únicamente compañeros de clase sino también  docentes y autoridades escolares.  

Según el mismo análisis “estos datos evidencian que los niños, niñas y adolescentes LGBTIQ+ en la escuela viven en una ‘situación de polivictimización’ donde las agresiones se dan de múltiples formas, múltiples veces y por múltiples agentes”. 

Bajo las sombras

Si bien es cierto Bruno Montenegro, Kevin Huayhua y Diana Cáceres expresan su orientación e identidad sexual con total libertad, existe un 56.6 % de integrantes de la comunidad LGBTIQ+  que aún no lo hace público en su entorno familiar y amical. 

Según la Primera Encuesta Virtual para Personas LGBTIQ+, realizada por el INEI en el  2017, el 72,5 % de los encuestados  no  habla sobre su orientación o identidad sexual  por el temor a ser discriminados o agredidos. De este grupo, el 51,5 % no lo hace porque no quiere alejarse de su familia: el 44,7 %, teme perder oportunidades laborales; 33,2 %, por miedo a no ser aceptados por sus amigos; el 13,6 %, por no perder su hogar y el 13,5 % no habla de su orientación o identidad sexual por la incertidumbre de no poder encontrar un nuevo hogar. 

En el mismo documento se explica que el 71,5 % se lo contó a un familiar. De esta cifra, en el  35,9 % de los casos los familiares aceptan la orientación sexual del entrevistado pero la niegan. En el 18 %, fueron obligados a asistir a un psicólogo, curandero, sacerdote u otro, y, finalmente, un 10%  declaró que en su entorno familiar no los apoyaron ni los aceptaron.

“Siempre he escuchado los típicos comentarios que ser ‘bi’ es ser indeciso. De que no la tenemos clara”, dice José Maria Gutierrez quien es un hombre bisexual bastante aplicado en sus estudios y sociable. Solo sus amigos más cercanos conocen su orientación. Él – en silencio- escucha los comentarios de sus conocidos. Estos no saben que sin querer lo atacan. ’’Cuando las personas hablan de la bisexualidad siempre dicen que eso no existe. Pero para mí es una realidad”. Gutiérrez, incluso al darnos su testimonio, teme que la gente reconozca su identidad y por ello, decidió no autorizar la publicación de su nombre real. 

Al igual que Gutierrez, el 88.9% de la comunidad LGBTIQ+ ha  pasado por experiencias discriminatorias y/o actos de violencia. Como consecuencia de las agresiones sufridas,  9 de cada 10 personas LGBTIQ+ han generado sentimientos negativos y otras dificultades físicas y psicológicas. En primer lugar se manifiestan sentimientos de exclusión o aislamiento social (70%); seguidos por culpa, inutilidad y/o impotencia (64%); fatiga y falta de energía, estrés e irritabilidad (51%), 

En el presente año (2021) una persona de la comunidad Trans en Lima recaudó 34 mil firmas digitales a través del portal web “www.change.org/t/peru-fr-fr” para presentar una propuesta de Ley de Identidad de Género. Ésta busca el reconocimiento de la identidad de las personas transgénero y transexuales mediante su registro en Reniec. Fue recibida por la congresista Rocío Silva Santisteban y esta a su vez entregó el proyecto a la Comisión de la Mujer del Congreso que aceptó la premisa y deberá presentarla ante el Pleno del Congreso de la República para su anhelada aprobación como ley. 

Para los cuatro entrevistados la solución -para que nadie más pase por lo que ellos pasaron y crear un Perú respetuoso- es incluir en la currícula escolar y universitaria la ‘Educación Sexual Integral’. Una educación libre de estereotipos y sin roles de género.

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *