Escrito por Fanny Arotaipe, Orlando Cáceres y Matheus Delgado.
El 10 de febrero más de mil arequipeños salieron a las calles a marchar contra la delincuencia y la inseguridad. Lamentablemente, muchos carteles de los manifestantes tenían mensajes xenófobos. “Queremos seguridad para nuestra ciudadanía. Arequipa libre de extranjeros. ¡Basta ya!”, decía uno de ellos.
La gota que derramó el vaso fue el caso del barbero Roger C. A. (43). Fue baleado tras una discusión con meretrices extranjeras en el centro comercial Gratersa (José Luis Bustamante y Rivero). Roger primero fue amenazado por expulsar a las prostitutas; horas después, un sujeto le disparó tres veces. Y afortunadamente, sobrevivió al ataque.
El lío entre el alcalde provincial y la Defensoría del Pueblo
El 8 de febrero el alcalde provincial de Arequipa, Omar Candia Aguilar, envió un oficio al presidente Pedro Castillo exigiendo que cumpla su promesa de expulsar a los extranjeros ilegales. El edil acusó a los migrantes de ser los causantes de la criminalidad en la ciudad.
“A la fecha tenemos presencia de extranjeros con ingreso irregular que vienen generando zozobra y actos delincuenciales en (…) Arequipa; por lo que solicitamos a usted se sirva coordinar con la presidenta del Congreso, para la elaboración de un proyecto de ley que permita la expulsión de los migrantes que se encuentran en situación migratoria irregular; así como de los migrantes que atentan contra el orden público y el orden interno”, pidió el alcalde de Arequipa en el documento.
Omar Candia insistió en su propuesta el 15 de febrero ante los medios de comunicación. Ante esto, la Defensoría del Pueblo respondió -mediante un oficio- advirtiendo que modificar las leyes migratorias no es la vía idónea para combatir la inseguridad ciudadana.
En ese sentido, la Defensoría pidió al edil que coordine con los responsables de la seguridad en Arequipa. También que se promuevan campañas contra la discriminación y xenofobia en la ciudad blanca. A esta solicitud se sumó el Jefe de la Oficina Defensorial de Arequipa -Ángel María Manrique Linares- quien señaló que, así se retire a los extranjeros del país, la inseguridad ciudadana no se arreglaría.
Lo cierto es que existe una creciente percepción de inseguridad en la ciudad. Los medios tradicionales y las autoridades siempre buscan un culpable; en esta oportunidad -y nuevamente- es el ciudadano extranjero.
El miedo al extranjero en el Perú: ¿Cuál fue el punto de partida?
Según los sociólogos Stefano Corzo y Yonathan Gonzáles, antes del 2019 -en la práctica- el miedo a los venezolanos era mínimo. En aquel año un grupo de extranjeros descuartizó a dos jóvenes en un hostal en el distrito limeño San Martín de Porres. Este caso fue sobreexpuesto en los medios de comunicación debido a que también fueron difundidos videos -sin censura- por redes sociales. El hecho marcó un antes y un después en la percepción hacia los extranjeros.
Ese mismo año aumentó el número de inmigrantes en el Perú. Según un estudio de la ONU en 2019, el 77.04 % de los ingresos de extranjeros al país fueron de Venezuela.
Para Corzo “en la migración venezolana se observó un flujo migratorio mixto, ya que no se puede clasificar una sola categoría de migrantes”. Es decir, hay extranjeros que buscan una mejor calidad de vida y otros que buscan asilo político; sin embargo, también están los relacionados a organizaciones delictivas.
Este incremento en la migración -también- sirvió para aumentar la sensación de inseguridad y el miedo al venezolano. Según el antropólogo José Oré, la población ve al inmigrante como alguien diferente. “Aquel que está viniendo masivamente; da esa percepción de que es casi una invasión. Esto no es algo reciente: antes hubo rechazo hacia el migrante interno [que en su mayoría llegaba desde Cusco y Puno]”, explicó Oré.
¿Qué dicen las cifras?
“Si revisamos las estadísticas de los crímenes que cometen los venezolanos, son menos del 1% de delitos [en general]. Proporcionalmente hablando, es nada. Pero claro, como son extranjeros -como son los otros- se tiende a magnificar esta visión”, aseguró el sociólogo Yonathan Gonzáles.
Según un informe del Instituto Nacional Penitenciario del Perú (INPE), en noviembre de 2021, la población extranjera en las cárceles a nivel nacional era del 3.1%. Mayormente, por robo agravado y tráfico ilícito de drogas.
De los inmigrantes encarcelados en el Perú (2 mil 743), el 52,02 % (mil 427) está en Lima y el 3,06 % (84), en Arequipa. Además, la población penal en Arequipa es de 2 mil 486 reos. Es decir, más del 95 % de delitos procesados y condenados en nuestra región involucran a peruanos.
¿El crimen organizado siempre existió en Arequipa?
Las organizaciones criminales en Arequipa no son algo nuevo. “Lo que ahora es novedoso son las organizaciones extranjeras, porque organizaciones criminales siempre han existido en Arequipa”, afirma Yonathan Gonzáles.
El especialista José Oré agregó que esto se da porque “Arequipa (…) es una de las ciudades más grandes del Perú; (…)y llama la atención de las bandas criminales”. Además, los crímenes violentos antes eran menos frecuentes: los cometían personas que no formaban parte de grupos delictivos.
Entre las bandas criminales más peligrosas que llegaron al Perú está el denominado ‘Tren de Aragua’. A esta organización la combate la Policía en el país desde 2018. Según el general EP(r) Wilson Barrantes, se estaría impulsando la formación de una gran organización narcotraficante en Perú. Colaborarían con el clan de los ‘Quispe Palomino’, organización narcoterrorista que trabaja principalmente en el Vraem.
Algunos disidentes del Tren de Aragua formaron la banda ‘Los Gallegos’, organización criminal que centró sus operaciones en Arequipa luego de estar en Lima. Sin embargo, también trabajan desde Ica hasta Tacna. Se dedican principalmente a la prostitución, venta de cupos y extorsión.
Los Gallegos coexisten con una organización colombiana que hace préstamos ‘gota a gota’. A principios de febrero se hablaba de un supuesto enfrentamiento entre ambas, sin embargo, los hechos violentos disminuyeron en las dos últimas semanas.
Más cifras
En los últimos tres meses hubo al menos cinco balaceras dejando como saldo dos víctimas mortales. La ciudadanía no está acostumbrada a que este tipo de violencia sea mostrada frecuentemente en los medios de comunicación locales, según José Oré.
Es evidente que hay extranjeros que ahora se dedican al crimen organizado. Sin embargo, este fenómeno no incrementó -reiteramos- la cantidad de los crímenes en el Perú. De acuerdo a las estadísticas, hay un ligero descenso.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática, solo el 13.4 % de la población arequipeña fue víctima de un hecho delictivo durante 2021. Esta cifra representa una disminución en comparación al 2020 (17.9 %). La tendencia a la baja en la victimización se registra desde 2015 cuando el 32.1 % de la ciudadanía fue víctima de algún tipo de delito.
Asimismo, comparando las denuncias por delitos entre 2019 (el año anterior a la pandemia) y 2021, también se nota un pequeño descenso. “Los delitos patrimoniales como robo y hurto, por ejemplo. El 2019 ocurrieron 15 mil 493 y el 2021 se denunciaron 15 mil 178. El mismo comportamiento hubo en los delitos contra la vida el cuerpo y la salud, con 3 mil 778 en 2019 y 3 mil 720 en el 2021”. Estas últimas cifras figuran en una publicación del diario La República (Elmer Mamani, 8 de febrero de 2022).
El sociólogo Stefano Corzo concluye que “uno de los principales mitos que creció en la pandemia es que la migración venezolana incrementó la cantidad de los crímenes en Perú; pero no hay datos estadísticos que lo respalden”.
«Si nos ponemos en una misma situación, la mayoría de los peruanos en el extranjero van en busca de un mejor futuro, pero también hay peruanos que delinquen; entonces, podemos deducir que no todos los migrantes traen inseguridad», argumentó José Oré.
¿Quién genera tanto miedo?
Yonathan Gonzáles indica que “los medios de comunicación tienden a magnificar hechos delictivos, sobre todo los que son cometidos por los extranjeros”. Este tipo de publicaciones en los medios de comunicación locales, sumada a la poca frecuencia con la que antes se daban los crímenes violentos en Arequipa, han generado un incremento en la percepción de inseguridad durante los últimos meses. Según cifras de la policía, el 86% de la ciudadanía arequipeña se siente insegura.
Algo que verdaderamente aumenta esta percepción de inseguridad es la desinformación y el hecho de que nos encontremos en una sociedad fragmentada, de acuerdo a la opinión de Yonathan Gonzales «Las sociedades más fragmentadas son las sociedades más inseguras”. Cada persona se preocupa más por su seguridad individual que por la colectiva. «Si tuviéramos dentro de nuestra sociedad arequipeña altos índices de solidaridad, reciprocidad y cooperación, los índices de inseguridad serían mínimos”, explicó Gonzáles.
Como punto final, de acuerdo a Gonzáles, las autoridades no están preparadas para afrontar los hechos violentos que ocurrieron en Arequipa.
«Yo he encontrado algo muy interesante en los planes de seguridad. Todos se parecen. O sea tú agarras el plan -no voy a decir distritos- de tal distrito y es igualito al del otro. ‘Control+C y Control+V’. Según Gonzáles no se toma en cuenta las diferencias entre las zonas urbanas y rurales en la planeación sobre seguridad. Esto se refleja en la falta de coordinación entre los distritos, provincia, región y la Policía. Guido del Carpio, criminólogo, opina que las autoridades tampoco están preparadas para enfrentar la violencia delictiva. José Oré coincide con esta opinión.
Es necesario un trabajo coordinado entre los alcaldes y la población para disminuir la percepción de inseguridad e impedir el incremento de la xenofobia. Y por último, los medios de comunicación tradicionales deberían dejar de magnificar innecesariamente los delitos publicados.
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